Flora Endémica
Los tipos de vegetación que han permanecido en mejor estado de conservación hasta nuestros días son la vegetación costera, tanto la halófila (amante de la sal) como la psamófila (propia de arenales y dunas), que tienen un mayor desarrollo en las islas orientales (Sal, Boavista y Maio), las más planas y de menor altitud del archipiélago; y la rupícola (ligada a las paredes de barrancos, acantilados y riscos interiores), que se halla principalmente en las islas más montañosas (S. Nicolau, Sto. Antão, Santiago, Fogo y Brava). Éstas presentan una mayor humedad ambiental debido a las más altas precipitaciones y la influencia de los alisios húmedos del nordeste, que llegan hasta Cabo Verde en ciertas épocas del año, sobre todo en primavera. El estado de conservación de la flora endémica caboverdiana es muy dispar en función de la isla. Por fortuna, en S. Nicolau, Sto. Antão y Fogo podemos aún apreciar buenas muestras de dicha flora, especialmente en zonas apartadas o de difícil acceso, como es el caso del área de Monte Gordo y el Alto das Cabaças en S. Nicolau, el sector de caldera de Cova - valle de Paúl en Sto. Antão y el área formada por la “Caldeira” y la “Bordeira” de Fogo, que ocupa la zona central de dicha isla. Éstos y otros enclaves, que pueden considerarse como auténticos paraísos para cualquier botánico, naturalista o simplemente amante de la Naturaleza, albergan la mayoría de la flora autóctona propia de las montañas del interior de las islas. Por contra, las áreas costeras de las islas orientales, de São Vicente y de Sta. Luzia, a pesar de tener una flora muy interesante, no resaltan por el grado de endemicidad o exclusividad de sus plantas, puesto que la mayoría de ellas están presentes también en el Sáhara o el Sahel. Al fin y al cabo, hay que recordar que Cabo Verde se encuentra en la franja tropical del Sahel, y muy cerca del límite sur del desierto sahariano.
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