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Entre las especies más empleadas figuran tres que tienen varias aplicaciones medicinales, sobre todo para calmar las molestias estomacales (Lavandula rotundifolia, Micromeria forbesii y Periploca laevigata), otras dos de reconocidas propiedades antitusivas y contra la bronquitis (Aeonium gorgoneum y Echium stenosiphon) y algunas para tratar la caries dental (Euphorbia tuckeyana y Sarcostemma daltonii). Como especies forrajeras destacan entre otras la cerraja (Sonchus daltonii), los corazoncillos (Lotus spp.) y el tajinaste (Echium vulcanorum), mientras que para la obtención de leña se emplean las plantas arbustivas más leñosas, como el cornical y los tajinastes. Por último, debe tenerse en cuenta el valor ornamental de la flora caboverdiana que, aunque poco explotado, en el futuro podría tener mayor importancia. Así, en ciertos jardines de las islas, sobre todo en el Jardín Botánico Nacional Grandvaux Barbosa, situado en São Jorge dos Orgãos (isla de Santiago), podemos contemplar algunos de los más bellos endemismos caboverdianos, en medio de un marco incomparable de frondosidad vegetal, dominado por plantas de distinto origen, muchas de ellas tropicales.
Especies en peligro de extinción
El desmedido uso que en ocasiones hacen las poblaciones rurales de los endemismos caboverdianos, ha hecho que algunas especies se encuentren seriamente amenazadas, e incluso se consideren en peligro de extinción. Éste es el caso de dos ciperáceas, (Carex antoniensis y Carex paniculata ssp. hansenii), y de una compuesta, (Conyza schlechtendalii), que se encuentran “en peligro crítico”, o de otras especies tales como los tajinastes (Echium hypertropicum y Echium vulcanorum) el alhelí (Erysimum caboverdeanum) o el marmolán propio de las islas, que se catalogan en la categoría “en peligro”.
Está claro que sólo con medidas de conservación que impliquen positivamente a la población local, más que con prohibiciones , se podrá garantizar la continuidad de esta interesantísima flora, cuyo estudio puede deparar aún nuevas sorpresas, sobre todo cuando se profundice en las relaciones filogenéticas con las plantas del resto de la Macaronesia, el noroeste de África o la zona tropical del Sahel. En definitiva, se trata de un auténtico tesoro natural, que puede ser aprovechado también para generar un turismo de calidad, no masificado -al contrario del caso de Canarias-, que respete los recursos naturales y las costumbres locales, lo que podríamos denominar un “turismo sostenible”. En este sentido, los pasos dados en la isla de Fogo, donde se ha declarado recientemente un gran Parque Natural con la implicación y participación de sus habitantes, deben servir de ejemplo al resto del archipiélago. No olvidemos que para conservar es preciso primero conocer y respetar...
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